09/03/2018
Por Madeleine McGivern
Samir Bol
“He sido afectada por todas las guerras que he vivido pero ésta ha sido la peor. Ha sido brutal. Debido a la crisis vivimos en tiendas de campaña con condiciones muy precarias y solo me preocupo de saber que donde vivo es sumamente inseguro. Mis pies están hinchados y he perdido la vista. Vivir lejos de casa a mi edad, significa que no puedo vivir cómoda y en paz. Todo lo que quiero es que se devuelva la estabilidad en mi pueblo para que pueda regresar a casa y ser feliz” comentó María una mujer de 85 años en Sudán del Sur.
El día de hoy caminé hacia el trabajo en el frío helado, la temperatura era de -4 grados Celsius y había nieve en todo alrededor. Por fortuna, éste clima en Londres no es común, a parte tengo ropa térmica y una casa con calentadores, que me protege del frío.
Para las personas mayores afectadas por crisis humanitarias, las perspectivas son mucho más graves cuando las temperaturas bajan. No hay ropa térmica extras para poderse poner, no hay calentadores que encender. Warda es una mujer de 85 años de edad, viuda y no tiene donde vivir como refugiada en Líbano, pues huyó de su casa en Siria.
“Extraño mi salud y movilidad” nos comentó.
En un país donde la necesidad de ayuda humanitaria es superior a los recursos que se tienen para responder a la emergencia, genera que personas como Warda sean extremadamente vulnerables incluso cuando las temperaturas son calientes.
Sandra Kastoun/HelpAge International
Warda, no solo es vulnerable por ser una refugiada siria atrapada en una crisis humanitaria, en donde sus derechos, incluidos los de ser refugiado, muchas veces son negados. No solo es vulnerable por ser una persona mayor donde constantemente son olvidados en situaciones de crisis, conflictos o guerras No solo es vulnerable por tener una discapacidad y no ser capaz de poder pagar la cirugía que necesita para poder caminar nuevamente. Warda es una mujer mayor con una discapacidad, refugiada, que se ha enfrentado a miles de cambios y amenazas como es el riesgo a sufrir de violencia, abusos y negligencias.
Los datos ignoran las experiencias de las mujeres mayores
La violencia en las mujeres no tiene limite de edad. Se sabe que a menudo las mujeres mayores viven actos de violencia, abusos y negligencias por su edad, por su género y por otros factores como son discapacidades y el ser viudas.
También se conoce que las discriminación basada en discapacidades, edad y género muchas veces se combina con otros tipos de discriminación donde a las personas mayores se les niega la oportunidad a acceder a sus derechos de asistencia y partición humanitaria.
Durante casos de emergencia, las mujeres mayores como Warda se convierten en blancos mucho más vulnerables a sufrir de violencia, abusos y negligencia, y frecuentemente se les niega sus derechos humanos básicos. Aún así, ante los datos duros, las mujeres mayores se mantienen invisibles. La mayoría de las encuestas están generadas para obtener información de violencia en mujeres de hasta 49 años.
Tener un sistema de derechos en orden, donde se incluyan datos sobre la violencia en contra de las personas mayores en casos de emergencias, significaría tener un plan de protección bien diseñado, donde la prevención y el apoyo a programas sea abierto para todos, incluyendo a las mujeres mayores.
Para muchas mujeres, estos mecanismos de ayuda pueden ser literalmente los que les salve la vida. El caso de Berenice muestra como ella huyó de Burundi debido a la violencia y se instaló en un campo de refugiados en Tanzania.
Como una mujer de 77 años que ha huido de la violencia ha enfrentado numerosos desafíos. Nuestras diversas investigaciones han mostrado que las personas mayores que a menudo tienen problemas de discapacidad física, batallan con acceder a las asistencias humanitarias y a la protección después de vivir un desastre, y que las mujeres mayores en particular, son más vulnerables al abuso, negligencia y explotación.
Ben Small
Poco después de que Berenice llegó al campamento de refugiados fue acusada de brujería por sus vecinos y fue fuertemente golpeada. El equipo de HelpAge que se encuentra en campo ayudó a Berenice a cambiarse de sitio para no estar cerca de sus acusadores, y ha trabajado con las comunidades locales intentando eliminar el temas de mitos y brujería.
La creencia en brujería y hechizos sigue siendo una creencia muy inmersa en muchas culturas de África del Este, y se estima que más de mil mujeres mayores en Tanzania han sido atacadas y asesinadas por dichas creencias.
¿Que se debería hacer para proteger a las mujeres mayores en emergencias?
La negación de los derechos de las mujeres mayores se ha normalizado, lo cual evidentemente debe cambiar. La convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas Mayores debería asegurar la igualdad, la no discriminación, la no violencia, el no abuso y la no negligencia en los derechos de las mujeres mayores.
Desde todas las áreas sociales, debemos presionar para un progreso (#PressForProgress) en torno a la igualdad de género y sobre una convención que asegure a las mujeres mayores, como Warda, Berenice y María, que puedan gozar libremente de sus derechos y protecciones a las que tienen derecho a acceder.