(c) Foto: Steve Okumu / HelpAge International
Las personas mayores del Cuerno de África, dedicadas principalmente al pastoreo y la ganadería, piden que se actúe urgentemente para salvarlas de una sequía que las está dejando, a ellas y a toda su forma de vida transmitida de generación en generación, al borde del abismo. HelpAge ha realizado una encuesta en Kenia, Etiopía y Sudán del Sur para evaluar la magnitud de la crisis e identificar la mejor manera de ayudar a las personas mayores.
En la Evaluación Rápida de Necesidades realizada para ayudar a identificar las necesidades y adaptar nuestra respuesta han participado 1.191 personas mayores (59% mujeres / 41% hombres). Fueron entrevistadas por HelpAge y Humanitarian Development Consortium entre el 27 de abril y el 6 de mayo de 2022 en la zona de Borena en el sur de Etiopía; el condado de Marsabit en el norte de Kenia y el estado de Kapoeta en el este de Sudán del Sur. Esta encuesta muestra que:
- El 73% de las personas mayores de los tres países declararon no tener acceso a suficientes alimentos. En Etiopía, fue el 92%.
- Más de la mitad (56%) solo come una vez al día. Pero muchas personas mayores dijeron a HelpAge que ni siquiera recibían eso.
Las personas mayores explicaron a HelpAge International que han experimentado muchas sequías a lo largo de su vida, pero ninguna como la actual. Durante las sequías anteriores, podían matar a sus animales para alimentarse o venderlos a cambio de dinero; podían emigrar para encontrar pastos y agua, o podían recurrir a la ayuda de familiares y vecinos. Pero este año, todo esto es casi imposible. Miles de personas han visto diezmados todos sus rebaños, han buscado durante kilómetros para encontrar agua sin éxito y están al borde de la inanición sin que nadie les ayude porque todos están en la misma situación desesperada. Por si fuera poco, muchas personas tienen miedo a salir de sus casas, ya que están siendo asesinadas por aventurarse más allá de sus tierras tribales en busca de pastos.
Malicha Guyo Liban (66 años), pastora y líder de la comunidad de Dubluk, una de las áreas más afectadas de la zona de Borena en Etiopía, explica:
«Si seguimos teniendo sequías como esta, no podremos seguir siendo pastores. Eso es porque nadie nos ayuda a nosotros ni a nuestro ganado. Hago un llamamiento al gobierno para que nos ayude. Es una situación insoportable. A veces no quiero creer que haya perdido todo mi ganado».
Cuando un equipo de HelpAge visitó Marsabit, en el norte de Kenia, el mes pasado, se informó de la muerte de seis personas después de que miles de pastores que necesitaban desesperadamente pastos se desplazaran a otra zona, donde se habían producido pequeñas lluvias.
«Como pastor, estaba acostumbrado a que no lloviera lo suficiente y el impacto en el ganado de Borena fue mínimo. Pero nunca en mi vida había experimentado una sequía como ésta», explicó Jatani Guyo Jawe, del pueblo de Ego, en Dubluk.
«Lo que les ha ocurrido a todos los pastores de Borena es indescriptible. Llevo toda la vida cuidando el ganado de mi padre. Sin embargo, nunca he visto una sequía como esta».
Las personas mayores están especialmente en peligro. Muchas han sido abandonadas por sus hijos adultos, que se marchan para escapar de la sequía o buscar oportunidades económicas, ya que no tienen fuerzas para emigrar con el ganado que les queda y ahora se encargan de alimentar a sus nietos y nietas cuando apenas pueden alimentarse a sí mismos. Dependían por completo de su ganado para alimentarse y ganarse la vida, pero ahora no tienen nada.
En Borena, Etiopía, han muerto 750.000 vacas. Diez mil familias han perdido todo su ganado, incluida Malicha Guyo Liban (66 años), de la aldea de Ego, que tenía 130 vacas.
Malicha explica: «Todos los pastos están secos. Los estanques se han secado. Nuestras vacas no tienen nada que comer. Intenté mantenerlas vivas comprando heno con el dinero que había ahorrado. Sin embargo, no pude hacerlo. Finalmente, llevé a todas mis vacas a un distrito cercano llamado Miyo, a unos 80 kilómetros de mi pueblo. Allí me encontré con la misma situación, así que volví inmediatamente, y las vacas empezaron a morir en el camino de vuelta a casa».
HelpAge International ha encargado un estudio para determinar la magnitud de la crisis entre las personas mayores de Marsabit en Kenia, Borena en Etiopía y Kapoeta en Sudán del Sur, y para identificar lo que hay que hacer para abordar esta crisis en un futuro inmediato y a largo plazo. Todas ellas son zonas de pastoreo.
En Kenia, se calcula que 1,4 millones de animales han muerto a causa de la actual sequía. En Marsabit, en el norte, más de 270.000 personas se enfrentan al hambre a causa de la sequía, lo que representa más del 75% de la población.
Kapoeta, que está cerca de la frontera con Kenia, es una de las zonas más afectadas de Sudán del Sur. Ochenta personas han muerto y unas 3.500 familias han sido desplazadas en los condados de Kapoeta Este y Kapoeta Norte a causa de la sequía y el conflicto. Desde el año pasado hasta mayo de 2022, se perdieron unas 11.500 vacas a manos de los cuatreros y 2.500 murieron a causa de la sequía.
La grave sequía, la falta de alimentos y los consiguientes desplazamientos han desencadenado conflictos por los escasos recursos naturales en los tres países.
«No se informa de las muertes por inanición»
La encuesta muestra que el 73% de las personas mayores de los tres países declararon no tener acceso a suficientes alimentos. En Etiopía, fue el 92%.
Más de la mitad (56%) solo hace tiene acceso a una comida al día. Pero muchas de las personas entrevistadas ni siquiera reciben eso.
(c) Foto: Steve Okumu / HelpAge International
Khoya Tambula (85), de la aldea de Kutur, en Marsabit (Kenia), declaró siniestramente:
«Las personas mayores se enfrentan a una muerte inminente. Estamos muriendo una a una, pero no se informa de la muerte por inanición».
La esposa y el hijo de Dida Yaro Ruchi, de 71 años, de la aldea de Maikona, en el subcondado de Horr del Norte, en Marsabit, murieron por complicaciones relacionadas con el hambre a principios de este año. Su mujer tenía cáncer y estaba muy débil. Necesitaba ser trasladada a Nairobi para recibir tratamiento, pero la familia no tenía dinero para comida, y mucho menos para el transporte, ya que todo su ganado había muerto. El hijo de Dida enfermó de anemia y murió de una enfermedad no diagnosticada. No son las únicas víctimas mortales de la zona.
«En este pueblo, alguien murió de hambre», dice Bokaya Okutu (75), de Kalacha, en el subcondado de Maikona, en Marsabit (Kenia). «Hemos tenido que pasar días y noches sin comer».
De quienes no tienen acceso a suficientes alimentos, el 84% respondió que no tenía suficiente dinero. En Kenia fue el 95%. Más de la mitad (56%) ha tenido que pedir dinero prestado para cubrir sus necesidades básicas desde el comienzo de la crisis.
Qabale Garbole Boru (62 años), de la aldea de Ego en Dubluk, en la región etíope de Borena, explica: «No tengo nada de comida… Solía comprar alimentos, pero ahora no tengo dinero. Apenas como una vez al día. Le pido a Dios que nos saque de esta situación. Tengo miedo de que, si esta situación continúa, muchas personas morirán en mi pueblo incluida yo».
Jatani Guyo Jawe, también de la aldea de Ego, añade:
«No podemos comprar comida porque no tenemos dinero, así que no comemos. Puede que tomemos una taza de té por la mañana y a veces comemos un poco de maíz por la noche cuando está disponible. En la mayoría de los casos no comemos».
La situación se ve agravada por los altos precios de los alimentos, en parte debido a la crisis de Ucrania. Por ejemplo, el coste de una cesta básica de alimentos -las necesidades alimentarias mínimas por familia al mes- ha subido un 66% en Etiopía.
La ayuda es una «gota en el océano»
Aunque las personas mayores pasan hambre, la ayuda no llega. La mitad de ellas (52%) afirma que las actuales raciones que se les proporcionan son insuficientes.
«Las ayudas estatales son poco fiables. Además, no es más que una gota en el océano», afirma Sharama Korme Elema (77) Maikona en Kenia.
Incluso cuando hay ayuda del gobierno, muchas personas mayores salen perdiendo.
«Aunque hay gente que generalmente simpatiza con los ancianos como yo, durante las distribuciones de ayuda alimentaria, la gente se apresura a conseguirla y eso se convierte en un reto para nosotros como personas mayores». Dice Dido Yaro Ruchi (71 años), también de Maikona.
Los alimentos que se distribuyen también suelen ser inadecuados para las personas mayores.
«Recibimos maíz una vez cada pocos meses, pero nos cuesta comerlo, ya que solo podemos sobrevivir con alimentos blandos. La gente se muere de hambre», añade Sharama Korme Elema.
Kenia cuenta con una política ganadera nacional que reconoce el valor del pastoreo. También establece acciones para mitigar los impactos de la sequía en los pastores. Sin embargo, HelpAge Kenia informa de que el país no ha implementado plenamente las acciones clave, como los vínculos con el mercado, los subsidios a los insumos y las acciones para mitigar los efectos de la sequía, como la construcción de balsas de agua y el suministro de alimentos para el ganado, y añade que esta falta de acción ha agravado la muerte del ganado.
La financiación de los donantes internacionales y las ONG también es insuficiente. La ONU calcula que se necesitan 4.400 millones de dólares de fondos humanitarios para proporcionar asistencia y protección para salvar vidas en la región.
El Programa Mundial de Alimentos ha recortado recientemente su financiación para Sudán del Sur, lo que afectará a 1,7 millones de personas a las que tenía previsto ayudar. El PMA necesita urgentemente 426 millones de dólares para cubrir las necesidades en Sudán del Sur durante los próximos seis meses.
Esto ya está teniendo consecuencias dramáticas. Naleng Noyapio (80 años), de Kapoeta Norte, ha perdido la mayor parte de su ganado por la sequía y el conflicto, y actualmente sobrevive con una comida al día. Dice:
«Mi hija estaba recibiendo alimentos del PMA, pero me dijo que no habrá más comida a partir del mes que viene (julio). Tengo pesadillas y noches sin dormir pensando en el futuro».
HelpAge ha iniciado una respuesta de emergencia en Kenia, Etiopía y Sudán del Sur.
- HelpAge Kenia está proporcionando dinero en efectivo a 1.700 personas mayores en Turkana y Marsabit.
- En Sudán del Sur, HelpAge está apoyando al Consorcio de Desarrollo Humanitario para proveer alimentos, dinero en efectivo, cabras, semillas, bidones y exámenes de malnutrición para 1600 personas mayores en Kapoeta Este y Norte.
- HelpAge Etiopía está proporcionando dinero en efectivo para 3.000 personas mayores; proporcionando agua para personas y animales, y perforando y rehabilitando pozos en la zona de Borena.
Solo la mitad de las personas mayores encuestadas tiene acceso al agua potable
La mitad de las personas mayores declaran no tener acceso a agua potable. A menudo, los puntos de agua disponibles están demasiado lejos.
Jatani Guyo Jawe es de la aldea de Ego, en el distrito de Borena de Dubluk (Etiopía), donde se han secado 14 de los 17 estanques. Explica: «No hay ninguna fuente de agua limpia en nuestro pueblo. He oído que hay un sistema de agua motorizado a unas dos horas de nuestro pueblo. Yo no puedo ir hasta allí. Pero mi mujer va a buscar agua para nosotros. No está limpia. Como no tenemos otra opción, la bebemos».
La atención médica también está demasiado lejos para muchas personas mayores. El 60% de las personas mayores informó que no podía acceder a los medicamentos y el 82% de las personas en Sudán del Sur específicamente. Esto es muy preocupante, dada la alta prevalencia de personas mayores con problemas de salud (72%). Los cuatro principales problemas de salud reportados fueron dolor en las articulaciones (38%), problemas respiratorios (22%), cataratas (18%) y problemas gastrointestinales (13%).
La mayoría de los pastores y pastoras mayores de Kapoeta Norte y Este, en Sudán del Sur, tienen que caminar entre dos y tres horas para recibir atención sanitaria, lo que resulta imposible para muchas personas mayores, especialmente para quienes sufren problemas de salud. Cuando llegan a los centros de salud, no disponen de muchos medicamentos y el personal sanitario no tiene la formación adecuada.
Las personas mayores de todo el mundo suelen tener la responsabilidad de cuidar a sus nietos durante uno o dos días. Pero casi todos los pastores y las pastoras mayores encuestadas cuidan ahora de sus nietos a tiempo completo, ya que sus hijos o hijas han abandonado sus aldeas para tratar de encontrar pastos para sus animales.
El 88% de las personas mayores encuestadas cuidan de niños y niñas, lo que pone de manifiesto el papel crucial que desempeñan las personas mayores dentro de la unidad familiar. En Etiopía son el 93% y en Sudán del Sur el 97%.
Bokayo Okutu, del subcondado de Maikona, en Marsabit, explica: «Mi mayor preocupación ahora es que no tenemos comida y mis nietos, que van a buscar agua y leña para mí, a veces van con el estómago vacío y eso me preocupa mucho».
Liban Duba, de la aldea de Anole, contó a HelpAge cómo suele mantener a sus cuatro nietos, pero que no había comido desde el día anterior:
«Les pago las tasas escolares y les compro el material que necesitan. Les compro comida y los mantengo como puedo. Les compramos zapatos, ropa y colchones para dormir. Pero en este momento no puedo. Ahora no tenemos nada. Voy a tener que sacarlos de la escuela».
Aba Boru Berchi (68), de Dubluk, añade:
«El sentimiento y el miedo de no poder mantener a mi familia me duele cada día. No puedo tranquilizarme. No puedo dormir por la noche. Ahora temo que podamos morir de hambre en las próximas semanas o meses».
Las personas mayores solían recibir mucho apoyo de los miembros más jóvenes de su familia, pero para muchos esto ya no es posible.
Naminit Lojore Lochilia, de Napete en Kapoeta, en Sudán del Sur, dijo:
«Si no hay nada que mis hijos puedan darme, tengo que soportarlo porque ellos están en la misma situación. Ninguno de mis nietos va a la escuela; no tenemos suficiente dinero».
El estrés de perder sus medios de vida, no tener comida, agua y atención sanitaria y no poder cuidar de sus nietos está ejerciendo una enorme presión sobre los pastores mayores.
De las personas encuestadas, casi dos tercios (63%) dijeron estar preocupadas, nerviosas y con problemas de ansiedad.
Dida Racha Guyo (65), de Maikona, en Marsabit, Kenia, dijo a HelpAge:
«Alguien de nuestra aldea intentó suicidarse porque perdió todo su ganado como yo. La gente lo rescató».
Liban Duba, de Dubluk (Etiopía), añadió: «Hay mucha gente que ha perdido la cabeza por culpa de esto. La gente ha perdido su ganado y se ha confundido. No podemos dormir por la noche… Tenemos pesadillas… La gente está encadenando las manos de las personas para que no hagan daño a nadie. Ahora hay gente encadenada».
Muchas de las personas entrevistadas, especialmente en Sudán del Sur, se han visto afectadas por los conflictos intercomunitarios o transfronterizos, sobre todo porque los pastores tienen que recorrer mayores distancias en busca de agua y pastos.
Lopir Paulino, de Kapoeta Norte, recibió un disparo en la pierna hace dos años por parte de unos asaltantes de ganado y la bala le rompió un hueso. La pierna se infectó y sus familiares decidieron amputarla y trataron la herida con hierbas locales. La herida aún no se ha curado, pero no puede recibir ningún tratamiento médico.
En Marsabit, el robo de ganado siempre ha sido un problema, pero los enfrentamientos han aumentado recientemente, en gran medida por la escasez de pastos, pero también por las próximas elecciones de agosto de este año.
Koyo Abudo Tambula (85), un anciano de la aldea de Kutur, en Marsabit, dijo a HelpAge:
«A uno de mis sobrinos le dispararon cuando fue a proteger a sus animales que estaban siendo ahuyentados. Mis hijos mayores también se enfrentaron al conflicto cuando llevaron su ganado a pastar a la ladera de la montaña. Así que ya no pueden irse a tierras lejanas en busca de pastos porque puede que no vuelvan».
El aumento de los conflictos es una señal de la desesperación de los pastores, que no tienen ningún otro lugar al que ir en busca de agua y pastos, y todo su sustento y modo de vida está desapareciendo.
«Esta es una crisis a la que el mundo debe prestar atención; se necesita urgentemente más apoyo. No podemos esperar a que se declare una hambruna mientras la gente se está muriendo literalmente de hambre ahora mismo. Y hay que dar prioridad a las personas mayores, a las que se está dejando morir», afirma Carole Ogeng’o, directora de HelpAge International en África.
«Los gobiernos del Cuerno de África deben atender urgentemente las necesidades de los pastores. La creciente sequía y el cambio climático amenazan con acabar con su propia existencia. Los pastores mayores saben lo que hay que hacer para salvar este tradicional e importante modo de vida y es necesario que se les escuche.»
Necesitamos actuar ya
Desde HelpAge, pedimos a Naciones Unidas, a los gobiernos y a las agencias de desarrollo:
- Aumenten urgentemente la financiación para apoyar a las personas mayores afectadas por la sequía proporcionando ayuda alimentaria adecuada, suministros de agua potable, dinero en efectivo, atención sanitaria móvil, apoyo psicológico y rehabilitación de las fuentes de agua existentes.
- Proporcionar urgentemente apoyo a las comunidades que se dedican al pastoreo y que han perdido su ganado para que puedan recuperarlo.
Al gobierno de Kenia pedimos:
- Aplicar su política ganadera nacional, establecer programas de respuesta de emergencia para apoyar a las comunidades de pastores y aumentar las asignaciones presupuestarias al sector ganadero.
Y sobre el cambio climático:
- Pedimos a los países que cumplan con su compromiso de financiar la adaptación a los fenómenos meteorológicos extremos, incluidas las sequías.
HelpAge está apoyando ahora a miles de personas mayores afectadas, proporcionándoles dinero en efectivo, suministros de alimentos, agua potable, semillas de cultivo y cabras. También estamos perforando y rehabilitando pozos, pero se necesita urgentemente más apoyo ante la grave escasez de fondos en todo el sector humanitario.