Se estima que 5,7 millones de personas tienen HIV en Sudáfrica.
Las personas mayores están en peligro de infección, cuidando de niños huérfanos que padecen SIDA; no obstante, no tienen acceso a la información que necesitan.
En una de las colinas de Tafelkop, en la zona rural de Durban, se encuentra una cabaña circular blanca. Adentro, encontramos esteras de paja en el suelo y tapicería bordada en las paredes pintadas de rosa. Una de las partes de la cabaña está cubierta de jarras, botellas y cuencos.
La cabaña pertenece a Gogo, abuela y a la curadora tradicional Thokozile Mchunu, y es donde ella cura a la mayoría de los pacientes que vienen a verla.
Thokozile tiene 67 años y lleva más de 30 años practicando la medicina tradicional. Es viuda y tiene una hija y 5 nietos.
El HIV y la SIDA por todas partes
“Soy la primera mujer de un matrimonio polígamo. Mi marido tuvo una segunda esposa. Cuando empecé a practicar la medicina tradicional antes de que cumpliera los 30, no teníamos tantos casos de enfermedades como ahora cuando encontramos HIV y SIDA por todas partes”, explica Thokozile.
“Antes de que supiéramos del HIV, mis pacientes venían conmigo para una consulta y utilizaba la antigua forma tradicional de curación. Usaba una cuchilla y les hacía pequeños cortes en las muñecas para curarles de la mala suerte y los espíritus del mal”.
“Las heridas iban a sangrar y entonces dejaba caer mis hierbas medicinales ‘muthi’. Repetía el mismo proceso con todos mis pacientes utilizando la misma cuchilla y sin utilizar guantes. A veces, ni siquiera no me lavaba las manos al cambiar los pacientes”.
“Cuando mi marido se enfermó, se le llenaron los pies de heridas. Los médicos le sugirieron que se hiciera una prueba del HIV. Le dijeron que era muy importante porque tenía dos esposas. Al final, los análisis mostraron que tenía diabetes”.
La formación abrió mis ojos ante el riesgo del HIV
“Después escuché de otra curadora que MUSA, el colaborador de HelpAge, ofrecía sesiones de formación mensuales para los curadores tradicionales. Me recomendó de ir”.
“Y así hice; esta formación realmente me abrió los ojos ante el riesgo que corría a la hora de contraer HIV de mis pacientes y la posibilidad de causar nuevas infecciones. MUSA me enseño lavarme las manos antes de cada consulta, utilizar los guantes que ellos me facilitaron y utilizar una cuchilla única para cada persona. Ellos también me ofrecieron materiales para medir mis medicinas y me enseñaron las cantidades que debería utilizar”.
“Antes usaba mi dedo para estimar cuánto muthi debería poner sobre las heridas. Si el paciente se quejaba de que el muthi le había dado problemas de estómago porque había sido demasiado fuerte, disminuía la cantidad la próxima vez”.
Aprendí a protegerme a mí misma y a mis clientes
“Aprendí cómo protegerme a mí misma y a mis clientes de las posibles infecciones con HIV y comparto esta información con mis pacientes. Les explico que tienen que ser atentos a los síntomas como neumonía, herpes, llagas orales y buscar ayuda especializada de inmediato, especialmente los que cuidan a niños enfermos”.
“Me ha gustado la formación de MUSA para los curadores tradicionales porque ha sido muy práctica. Les doy gracias a los espíritus por haberme guiado y seguir la formación de MUSA. Ellos me proporcionaron materiales para medir el muthi en las cantidades necesarias para cada paciente y desde ahora en adelante lo mediré para tener el éxito asegurado”.