El impacto de la guerra en las personas mayores (en Ucrania y en todas partes)

Foto: Personas refugiadas en la frontera entre Moldavia y Ucrania. © Israel Fuguemann/HelpAge Internacional

*Este artículo está escrito por Justin Derbyshire, director general de HelpAge International, y ha sido publicado originalmente en inglés en el blog de Duncan Green.

La guerra en Ucrania ha destruido las vidas de todo tipo de personas, independientemente de quiénes sean. Hemos visto con horror cómo niños y niñas han sido pasados por encima de las cabezas en los trenes, a padres abandonados para luchar, y un rastro constante de personas exhaustas y traumatizadas de todas las edades que huyen hacia el Oeste.

Es una verdad incómoda que, mientras la guerra no discrimina a nadie, la respuesta internacional sí lo hace. Una y otra vez, se pasa por alto el coste de la guerra para las personas mayores, que luchan por sobrevivir y reconstruir una nueva normalidad. Mientras se desarrolla este conflicto, hay millones de personas mayores que se enfrentan al azote de la guerra, aisladas y solas.

Una de cada tres personas que necesitaron asistencia tras la invasión rusa del este de Ucrania en 2014 tenía más de 60 años, lo que la convierte en la crisis humanitaria mayor proporción de población mayor del mundo. Sin embargo, la comunidad internacional no lo reconoció, no identificó ni respondió eficazmente para satisfacer sus necesidades específicas.

Para muchas personas, el conflicto no era nuevo, ya que habían vivido la Segunda Guerra Mundial, el dominio soviético y el camino hacia la independencia. Sus cuerpos, mentes y comunidades ya estaban marcados.

La última vez que visité la región, en 2016, pude comprobar los estragos que había causado el conflicto. La economía local estaba de rodillas, la pobreza y el desempleo de larga duración se habían disparado. Los jóvenes se habían marchado a trabajar a otros lugares, dejando a las personas mayores de su familia solas y sin nadie que las cuidara. No había electricidad ni gas. Las enfermedades crónicas no tratadas -como la diabetes y la hipertensión- habían hecho que muchos perdieran su independencia, desarrollaran discapacidades y se enfrentaran a un sufrimiento innecesario. El miedo a los bombardeos intermitentes y el riesgo de minas terrestres era constante.

La línea de contacto agravaba el aislamiento de muchas personas. Quienes vivían en zonas no controladas por el gobierno, solo podían acceder a la asistencia sanitaria y a las pensiones soportando largas colas y burocracia para cruzar la línea hacia el territorio controlado por el gobierno. En 2019, más de 450.000 de los 1,2 millones de pensionistas que vivían en zonas fuera de la jurisdicción gubernamental sobrevivían sin una renta básica porque debían registrarse como desplazados internos para recibir su pensión. No solo vivían en estado de guerra, sino que apenas podían permitirse el suministro de alimentos básicos o medicamentos.

Ahora, muchas de las personas que conocí están escondidas en sus casas. Encuestamos a más de 1.500 personas mayores en el este de Ucrania a principios de marzo y descubrimos que el 99% de las personas mayores de Donetsk y Luhansk no tenía planes de irse. Para muchas de ellas, las dificultades de movilidad hacen que no sea posible marcharse. Muchas tampoco tienen familias cercanas que les ayuden. Y lo que es peor, muchas no pueden ni siquiera llegar a los refugios locales, lo que les convierte en blanco fácil.

Esta experiencia no es única. Las personas mayores, a menudo, se quedan en sus casas en tiempos de guerra. Muchas de ellas se quedan porque no quieren ser una carga para sus familias, otras quieren proteger sus casas o, simplemente, ya se han trasladado otras veces y no quieren volver a hacerlo. Pero ser mayor no les protege ante la barbarie de la guerra y, a menudo, la ayuda no cubre sus secuelas.

A medida que la guerra se adentre más en Ucrania, habrá más personas mayores que se queden atrás, aisladas y con necesidad urgente de alimentos, agua, calefacción y apoyo a la salud mental. El 25% de la población de Ucrania tiene más de 60 años.

Quienes logren cruzar la frontera con los países vecinos también necesitarán ayuda específica para intentar recuperarse del viaje y desenvolverse en un entorno nuevo y borroso.

Un informe de Human Rights Watch en el que se examinan diferentes conflictos muestra cómo las personas mayores son objeto de los mismos abusos que los demás – incluyendo asesinatos, ataques, secuestros, violaciones o torturas – y pueden correr un mayor riesgo.

Por supuesto, la capacidad de escapar es un factor. Me atormentan los informes de personas mayores que no pueden huir, por lo que las fuerzas de seguridad de Myanmar las empujan de vuelta a sus casas en llamas. Pero el informe de Human Rights Watch también documenta otros desafíos, como las personas desplazadas que tienen dificultades para registrarse y acceder a la asistencia en Sudán del Sur, que ven sus propiedades saqueadas en la ciudad de Gaza o que son arrestadas y detenidas arbitrariamente en Etiopía.

¿Cómo acceden las personas mayores a la medicación que necesitan o cómo se las arreglan sin el bastón que antes utilizaban en una zona de guerra? ¿Cómo reconstruyen sus hogares sin ingresos ni apoyo familiar? ¿Cómo pueden recuperarse de los devastadores problemas de salud mental derivados del aislamiento y el trauma? Este es el reto al que nos enfrentamos en HelpAge International, mientras respondemos al impacto que esta crisis está teniendo en las personas mayores de Ucrania.

Estas personas representan a millones de mujeres y hombres mayores en otros conflictos alrededor del mundo, cuyas necesidades específicas de supervivencia también permanecen desatendidas y los exponen a mayores peligros. Durante demasiado tiempo, las personas mayores han sido ignoradas por los organismos internacionales y los gobiernos. Se trata de una discriminación sistémica por motivos de edad y un ejemplo de lo mal que responde el sistema mundial a las necesidades de las personas mayores.

La crisis humanitaria que afecta a más personas mayores debe ser una llamada de atención para que los gobiernos y la comunidad internacional reajusten urgentemente su enfoque. Las necesidades específicas de las personas mayores ucranianas deben ser identificadas y atendidas. Y esto debería ser el comienzo de un enfoque más inclusivo a la hora de responder a las emergencias humanitarias en otros lugares del mundo.

Justin Derbyshire, director general de HelpAge International. Publicación original en inglés

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