15/06/2017
©Roopa Gogineni/HelpAge International
La violencia contra las mujeres no tiene límite de edad; a medida que las mujeres envejecen, se vuelven más vulnerables. Actualmente, miles de mujeres mayores en todo el mundo son atacadas atrozmente -y algunas son matadas- después de haber sido acusadas de brujería. Hablando con algunas de las mujeres mayores de Tanzania, ellas compartieron sus experiencias y quisieron dar a conocer la realidad en la que viven.
«Me cortaron los brazos»
©Jeff Williams/HelpAge International
«Cuando me atacaron estaba en casa, cuidando de uno de mis nietos que era solo un bebe. Mi marido estaba fuera», explica Deyu.
«De repente, personas llegaron a mi casa. Les grite ‘¿quiénes sois?’ pero no podía ver sus caras. Me atacaron y me cortaron ambos brazos. Salí corriendo al edificio de al lado donde estaba un nieto mío mayor y empecé a gritar ‘Me estoy muriendo, me estoy muriendo’ y luego me desmayé. Me levanté al día siguiente en el hospital. Nunca supimos quiénes fueron las personas que me hicieron esto».
Deyu me cuenta que ha escuchado historias de otras mujeres mayores que fueron atacadas porque se les considera «brujas», pero ella piensa que esto es solamente una excusa -la verdadera razón, me explica Deyu es «la envidia que le tienen mi familia por buenas cosechas que tenemos».
«Nadie hace nada para los pobres»
©Jeff Williams/HelpAge International
«Soy una buena persona y le caigo bien a la gente», cuenta Nyamizi, 73 años. «Pero tengo un vecino -un hombre adinerado- que tiene un niño enfermo, que al final murió. El vecino dijo que fue por mi culpa».
«Recibí una carta amenazándome, diciéndome ‘debes abandonar el pueblo, múdate a unos 15 pueblos lejos de aquí o te haremos algo que jamás olvidarás'».
«Llevé la carta al tribunal, pero no se hizo nada. Una noche, estaba regresando a casa y vi a una persona corriendo hacia mí -me golpeó con un machete y me cortó el brazo y me hirió la cabeza. Estaba oscuro, pero pude reconocer a la persona».
«Durante un día estuve inconsciente en el hospital y estuve internada durante tres semanas. Estaba casi segura que iba a morir».
«Cuando estaba en el hospital, la policía vino y me preguntó sobre mis vecinos, incluso sobre el hombre que yo sospechaba que me había hecho esto. Cuando me recuperé, recibí una carta de la policía para ir al juicio. La primera vez el juez no vino, y la segunda vez me dijeron que el juicio ya se había solucionado y había perdido, pero la policía nunca me dijo esto. Estuve muy enfadada cuando escuché esto y regresé a la comisaría. Estaba muy enfadada con ellos y regresé a mi casa muy decepcionada. Nunca se volvió a hacer otro juicio».
«No hay justicia. No pude hacer justicia y ganar el juicio porque no pude pagar por esto. Nadie hace nada para los pobres», nos relata Nyamizi con lágrimas en los ojos».
«La mentalidad es que ‘mayor’ significa ‘bruja'»
Jeff Williams/HelpAge International
«Poco después de la muerte de mi marido, hace dos años, recibí cartas con amenazas», explica Nziku. «Las cartas siempre llegaban de noche, en la oscuridad. Los dejaban en el muro, fuera de la casa, para que nadie supiera quién entregaba estas cartas».
«Estaba muy asustada. Me mudé a otro pueblo», relata Nziku.
«Muchas personas piensan que cuando una mujer envejece, se convierte en una bruja. La mentalidad es que ‘mayor’ significa ‘bruja’. ¡No entiendo esto! Soy una persona mayor y ya no puedo hacer algunas tareas -¿cómo podría convertirme de repente en bruja?».
La vejez trae consigo nuevos tipos de violencia y abuso hacia las mujeres mayores que es muy probable que no se hayan experimentado antes, en etapas más tempranas de la vida de una mujer. Uno de estos tipos de violencia es el terrible abuso debido a las acusaciones de brujería en varias comunidades.
Mujeres de todas las edades pueden ser víctimas de violencia y abuso. HelpAge International, junto con Age International y su contraparte local en Tanzania, trabaja, en línea con el Objetivo 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible «eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas», para ayudar a las mujeres mayores de las zonas rurales de Tanzania, que han sido víctimas de brutales ataques posteriores a las acusaciones que recibían al ser consideradas brujas.