27/04/2017
Por María Tila Uribe, activista de HelpAge International Colombia
Ángela Sanabria/HelpAge International Colombia
Un día de primavera, hace ya años, mi nieta María Fernanda me entregó una flor, me acarició la cabeza y me dijo: Abuelita, hoy es el día de las dos, pero como yo estoy joven y tú viejita, ¿puedes decirme cuándo empezaste a envejecer?
No era la primera vez que me lo preguntaban y recordé la frase de San Agustín cuando le preguntaron, «¿Cuándo empieza la vejez?» y respondió: «Cuando no me preguntan, lo sé. Cuando me lo preguntan, no lo sé».
Pero no era el caso contestarle eso, entonces tomé los versos de José Saramago para leerle algunas frases: «Tengo la edad que siento…. tengo la experiencia de los años vividos… tengo la edad en que las cosas se observan con más calma, pero el interés sigue creciendo…». Nuevamente me pareció muy filosófico y María Fernanda me miraba callada.
Bueno, le dije, la cédula no es la que marca la vejez, puede haber jóvenes de 80 años llenos de proyectos, de ilusiones, con relativa salud, y viejos de 30 años atribulados, siempre tristes, pensando en los achaques.
Sí abuelita, pero, ¿cuándo empezaste a envejecer?
Depende de los ojos con los que me miren… porque un niñito de 7 años cree viejos a los de 18, una joven de 18 como tú, piensa que se es viejo a los 30; a los 30 que a los 50, y así sucesivamente. Así que, el envejecimiento se vive de diferentes formas, no es solo la edad, y la vejez va llegando de manera distinta a cada persona: depende de la soledad con que se llegue o el cariño que recibimos, la vida que se ha llevado, el trabajo que nos ha tocado, la salud, el temperamento y hasta el aspecto o la apariencia que se tenga.
Me sentí algo descansada con la explicación que le di, pero…. la verdad es que no había contestado su pregunta y como temí que pudiera estar pensando que era el colmo que su propia abuela no supiera responderle, le pedí tiempo: Hijita -le dije- déjame pensar hasta mañana para responderte la pregunta, ¿sí?
No es necesario abuelita -me respondió- yo te la puedo enseñar ya. Y en medio de mi sorpresa, le pregunté entonces: así que tú sabes ¿cuándo empezamos a envejecer las personas?
Es sencillo abuelita, empezamos a envejecer, cuando nacemos.
Al recibir la respuesta de mi nieta, empecé a reflexionar sobre lo que significa ser mujer. Para mí significa todo: un cierto encanto de vivir, la maternidad, conocer la dulzura, ser buena hija y hermana, saber que me quieren…. Somos tan diferentes a los hombres por muchos aspectos, entre otros, porque la sociedad nos asignó un rol diferente al de los hombres. Sin embargo, podemos tener los mismos valores, la misma dignidad, el mismo amor por los otros, o el mismo trabajo o la misma responsabilidad. En ese sentido somos iguales, y debemos velar porque cada vez más la desigualdad cierre sus brechas.
Luego de haber pasado por todas las edades, lo que me permitió conocer mejor la vida, pienso que la juventud es la belleza física, los sueños del futuro, la maravilla de dar la vida. Ser mujer mayor es la experiencia, saber escoger mejor, se ama más la vida porque puede acabarse en cualquier momento. Mi vida entera la he guiado en una lucha constante contra la ignorancia y la exclusión a los más necesitados y a las mujeres. He podido aportar bases investigativas, también conceptuales y técnicas a la educación popular, y muchos años a promover el conocimiento, la defensa y la reivindicación de los derechos humanos. Antes de que mi vida se acabe quisiera contribuir a exterminar la mentalidad machista.
Las mujeres de cualquier edad debemos seguir luchando por nuestra propia dignidad y autonomía, como base de todos los derechos humanos.